En este momento estoy en un parque. Cuando trabajaba como ingeniero superior, rara vez venía a lugares como éste. Cuando venía, era para jugar con mis hijos, o para jugar en los juegos infantiles, o con algún otro "propósito".
Pero hoy, simplemente vine. Sin razón. Lo cual es sorprendentemente interesante.
Esto es Ibaraki. No hay edificios altos como en Tokio, Osaka o Kioto. El cielo es amplio y tranquilo. Se oyen coches, pero están lejos. Resuena el sonido de los insectos y se mezcla el canto de los pájaros. Una vez más, me doy cuenta de que en Japón las estaciones se distinguen por los sonidos.
Estar aquí demuestra lo "decidida" que he estado. Progresos, objetivos, logros. Me parece que mi cabeza está llena de todo eso.
Pero en los bosques y parques no existe tal cosa. Porque el objeto de comparación no es un ser humano, sino simplemente el viento o un árbol. Allí no hay superioridad ni inferioridad, no hay significado, nada. Basta con estar vivo.
Es raro decir esto, pero... Siento que vivo mejor cuando he olvidado mi propósito.